ASAMBLEA CONSTITUYENTE
La profunda crisis que atraviesa y agobia al Perú exige cambios radicales incompatibles con la actual Constitución. No quiere decir esto, que con un cambio de Constitución y su aplicación quedará todo resuelto. No será así. Puede aprobarse una Constitución maravillosa, perfecta, pero inaplicable porque no corresponde, su contenido a la realidad económico social del país. Esto ocurre con todas las Constituciones burguesas. Tómese por ejemplo el capítulo correspondiente a los derechos fundamentales de la persona humana y se constatará que sólo pueden tener vigencia para las clases poseedoras; pero para la inmensa mayoría de la población es letra muerta. ¿Qué libre desarrollo y libertad puede tener un humilde trabajador analfabeto sumido en la miseria? ¿Qué libertad de trabajo puede tener el desocupado castigado por la extrema pobreza?.
Es suficiente una lectura detenida de los dos primeros capítulos de la actual Constitución, para comprobar su carácter meramente declarativo, sin ninguna relación con la realidad que vive y sufre la inmensa mayoría de nuestro pueblo. Se trata de una Constitución, como toda Constitución burguesa, ficticia, divorciada de la realidad. Ya dijo Lenin:
«La esencia de la Constitución consiste en que las leyes fundamentales del Estado en general y las que atañen al derecho de elegir los componentes de las instituciones representativas, a sus funciones, etc., expresan la verdadera correlación de fuerzas en la lucha de clases. UNA CONSTITUCIÓN ES FICTICIA CUANDO LA LEY Y LA REALIDAD DIVERGEN Y NO LO ES CUANDO COINCIDEN «Esta es una verdad incuestionable, porque toda Constitución burguesa no hace sino disimular el poder y dominio económico de las clases explotadoras y la estructura de clase de la sociedad. Todos son iguales «ante la ley», pero radicalmente desiguales en la vida económica y social.
El problema que hoy se presenta en el país es, sin embargo, el de la conveniencia o no de la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Esta es una cuestión que se desprende de la crisis política que vive el país. No son pocos los partidarios de que la mejor salida a la crisis es adelantar las elecciones generales, pero más cuerda y conveniente en estos momentos es la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Pese al carácter de toda Constitución burguesa que ya hemos señalado, puede lograrse mayor coherencia en su forma y mayor contenido democrático. Necesitamos un Constitución opuesta a los dogmas del neoliberalismo. Con tal fin es necesario precisar qué se entiende por «economía social de mercado», y hacer un deslinde claro con el denominado «populismo».
Hoy se habla hasta por los codos de «reforma del Estado». Cualquiera que sea el carácter de esta reforma, debe estar debidamente fundamentada, como resultado de discusiones de elevado nivel principista, en las cuales participe todo el pueblo trabajador peruano y su intelectualidad, y no un pequeño grupo de congresistas cuasi analfabetos, con pocas y honrosas excepciones, como lo que viene ocurriendo. Tal «reforma del Estado» debe hacerla una Asamblea Constituyente. Sin embargo, lo que el país requiere no es una simple «reforma del Estado», sino un cambio radical de su ESENCIA DE CLASE, y esto significa la instauración de un nuevo Poder estatal.
LAS CONSTITUCIONES Y LAS RELACIONES DE PRODUCCIÓN
En el Perú están a la orden del día cambios radicales de carácter estructural. Es necesario culminar las transformaciones antifeudales en el campo y liberar al país de la opresión imperialista. A este proceso el marxismo leninismo le denomina etapa democrático burguesa de la revolución en los países dependientes, como el nuestro. El revisionismo le denomina «modelo de transición» y propone un «proyecto» para su discusión y aceptación por «todos los peruanos». Tal proyecto debería, dicen, plasmarse en una nueva Constitución, abriendo un «nuevo curso» que nos llevaría a una República realmente democrática. En otras palabras, para cumplir las tareas democrático antiimperialistas que tenemos por delante, primero debe aprobarse una Constitución que recoja e incorpore en su articulado tales tareas. Este es el camino constitucional y reformista defendido desde hace mucho tiempo por la socialdemocracia y el revisionismo.
En cualquier sistema económico-social la superestructura político jurídica corresponde a las relaciones de producción o Base de la sociedad. Las reformas constitucionales que se proyectan ¿podrán cambiar esta Base? Sería un milagro, y en este mundo los milagros solo existen en la imaginación de la gente ingenua. Las relaciones de producción no son otra cosa que relaciones de propiedad, y la PROPIEDAD ES SAGRADA EN TODA CONSTITUCION BURGUESA. Los instrumentos y medios de producción, en el Perú, son propiedad privada de la gran burguesía, los terratenientes y los grandes monopolios extranjeros. En las condiciones actuales del país , ninguna Constitución, por más avanzada y "democrática" que sea podrá cambiar esta situación y si intentara, el aparato burocrático militar del Estado se encargaría de arrojarla al tacho de basura. Solo los que han renunciado al marxismo leninismo y los social reformistas pueden negar esta verdad. confirmada por una larga experiencia histórica.
Nadie duda de que es posible y necesario reformar y democratizar las Constituciones burguesas. Las libertades democráticas son de gran interés para las masas populares y el pueblo trabajador. Fueron estos los que las conquistaron en las revoluciones burguesas. Pero creer que democratizando la Constitución e instaurando una nueva República, cambiará pacíficamente la estructura económica del país, no es otra cosa que soñar sin estar dormido. En la Constitución vigente, como en la anterior se reconoce que la «defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad, son el principio supremo de la sociedad y del Estado». Se trata de una simple declaración, una declaración demagógico, que ha quedado en el papel, como letra muerta. Una verdadera burla, frente a la detestable polarización de la riqueza y la pobreza en el país. Este es un ejemplo que debe servir para todos los que sueñan con cambiar realidad nacional con nuevas Constituciones. No hay que olvidar que el Derecho y por tanto la Constitución en primer lugar, es expresión de la voluntad de las clases dominantes.
Una Constitución no debe ser un Programa, no debe tener un contenido que no corresponde a la realidad, no debe ser una Constitución falsa y demagógica, puramente declarativa. Debe reflejar la realidad, sin mentiréis pintar una sociedad peruana que no existe. Nadie duda que una Constitución burguesa puede ser mejorada, «democratizada», pero nunca dejará de ser expresión concentrada de la esencia de clase del Estado del burgués. Jamás renunciará a defender la propiedad privada de los instrumentos y medios de producción y, por tanto, a consagrar las diferencias de clases y sus contradicciones.
No es de ahora que la burguesía y sus partidos, incluidos los revisionistas de diverso matiz vienen engañando al pueblo pregonando que la miseria, el atraso, el terrorismo y la corrupción y todas las lacras que azotan al país, son consecuencia de Constituciones mal concebidas y peor aplicadas. La verdad, sin embargo, es otra. Todas las Constituciones del país, siempre han defendido un sistema de terratenientes y burgueses al servicio de grandes intereses extranjeros. Lo que hay que cambiar en el Perú es este sistema, Todos los acontecimientos que vienen sucediendo en el país y el mundo exigen ese cambio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario